viernes, 6 de febrero de 2009

La Familia: Una proclamación para el mundo

La Familia: Una proclamación para el mundo

La Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Nosotros, la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, solemnemente proclamamos que el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es la parte central del plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos.

Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija espiritual de padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos. El ser hombre o mujer es una característica esencial de la identidad y el propósito eternos de los seres humanos en la vida premortal, mortal y eterna.

En la vida premortal, los hijos y las hijas espirituales de Dios lo conocieron y lo adoraron como su Padre Eterno, y aceptaron Su plan por el cual obtendrían un cuerpo físico y ganarían experiencias terrenales para progresar hacia la perfección y finalmente cumplir su destino divino como herederos de la vida eterna. El plan divino de felicidad permite que las relaciones familiares se perpetúen más allá del sepulcro. Las ordenanzas y los convenios sagrados disponibles en los santos templos permiten que las personas regresen a la presencia de Dios y que las familias sean unidas eternamente.

El primer mandamiento que Dios les dio a Adán y a Eva tenía que ver con el potencial que, como esposo y esposa, tenían de ser padres. Declaramos que el mandamiento que Dios dio a Sus hijos de multiplicarse y henchir la tierra permanece inalterable. También declaramos que Dios ha mandado que los sagrados poderes de la procreación se deben utilizar sólo entre el hombre y la mujer legítimamente casados, como esposo y esposa.

Declaramos que la forma por medio de la cual se crea la vida mortal fue establecida por decreto divino. Afirmamos la santidad de la vida y su importancia en el plan eterno de Dios.

El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y cuidarse el uno al otro, y también a sus hijos. "He aquí, herencia de Jehová son los hijos" (Salmos 127:3) Los padres tienen la responsabilidad sagrada de educar a sus hijos dentro del amor y la rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, de enseñarles a amarse y a servirse el uno al otro, de guardar los mandamientos de Dios y de ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan. Los esposos y las esposas, madres y padres, serán responsables ante Dios del cumplimiento de estas obligaciones.

La familia es ordenada por Dios. El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno. Los hijos tienen el derecho de nacer dentro de los lazos del matrimonio, y de ser criados por un padre y una madre que honran sus promesas matrimoniales con fidelidad completa. Hay más posibilidades de lograr la felicidad en la vida familiar cuando se basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo. Los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y mantienen sobre los principios de la fe, la oración, el arrepentimiento, el perdón, el respeto, el amor, la compasión, el trabajo y las actividades recreativas edificantes. Por designio divino, el padre debe presidir sobre la familia con amor y rectitud y tiene la responsabilidad de protegerla y de proveerle las cosas necesarias de la vida. La responsabilidad primordial de la madre es criar a los hijos. En estas responsabilidades sagradas, el padre y la madre, como iguales, están obligados a ayudarse mutuamente. Las incapacidades físicas, la muerte u otras circunstancias pueden requerir una adaptación individual. Otros familiares deben ayudar cuando sea necesario.

Advertimos a las personas que violan los convenios de castidad, que abusan de su cónyuge o de sus hijos, o que no cumplen con sus responsabilidades familiares, que un día deberán responder ante Dios. Aún más, advertimos que la desintegración de la familia traerá sobre el individuo, las comunidades y las naciones las calamidades predichas por los profetas antiguos y modernos.

Hacemos un llamado a los ciudadanos responsables y a los representantes de los gobiernos de todo el mundo a fin de que ayuden a promover medidas destinadas a fortalecer la familia y mantenerla como base fundamental de la sociedad.

El presidente Gordon B. Hinckley leyó esta proclamación como parte de su mensaje en la Reunión General de la Sociedad de Socorro, el 23 de septiembre de 1995, en Salt Lake City, Utah, E.U.A.

[Fuente: La Familia: Una proclamación para el mundo.]

viernes, 30 de enero de 2009

Por más Fe que uno tenga, hay cosas que se nos escapan.

Dicen que la Fe mueve montañas, pero a veces por más Fe que uno tenga, hay cosas que uno no puede controlar.

Accidentes, enfermedades, desánimo...

Cada una de esas situaciones son inexplicables..., otras no.

Yo me considero una mujer de mucha Fe, pero también sé que tengo la inteligencia suficiente para darme cuenta que por más Fe que yo tenga, las cosas suceden...

Por ejemplo, en esta semana que pasó, debido a unas hemorragias y descompensaciones, terminé en la guardia de un hospital.

Mi cuerpo ha quedado sensible por el accidente y debido a que no le prestaba atención a ciertos detalles, es que el pobre terminó colapsando...

Mi Fe me ayudó a salir adelante después del accidente, pero la cosa no terminó ahí.

Estamos sujetos a un cuerpo mortal, imperfecto, que tiende a recordarnos de mala manera que no lo cuidamos y que tenemos que estar atentos para preservarlo de aquellas cosas que lo pueden afectar...

Tengo que reconocer que esta vez me asusté mal, pero también tuve que reconocer que si no pongo de mi parte, las cosas se complican y termino en una guardia de hospital...

Mi Fe me ayuda a poder entender y hasta aceptar que mis caminos no son Los Caminos del Señor, pero también me ha recordado que la Fe sin obras es muerta.

Tengo que cuidar mi cuerpo, el templo de mi espíritu, hacer caso a las señales y sobre todo saber que, si bien mi Padre Celestial está a mi lado, yo soy responsable de que las cosas funcionen de la mejor manera posible...

Así que este blog está medio desactualizado pero no por falta de Fe, si no por falta de salud. Jeje...

Ahora me resta ser obediente a los médicos, ya que para eso están, para ayudar a cuidar mi cuerpo.

Y si soy obediente, las bendiciones llegaran, y mi salud se repondrá...

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